miércoles, 8 de enero de 2020

VINCULACIÓN DIALÉCTICA ENTRE EL DESARROLLO DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LA DINÁMICA CONFLICTIVA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES TANTO COMO REALIDAD GLOBAL COMO PARTICULAR/TERRITORIALIZADA (INVESTIGACIÓN INDIVIDUAL)


VINCULACIÓN DIALÉCTICA ENTRE EL DESARROLLO DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LA DINÁMICA CONFLICTIVA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES TANTO COMO REALIDAD GLOBAL COMO PARTICULAR/TERRITORIALIZADA (INVESTIGACIÓN INDIVIDUAL)

PARTICIPANTE:
William Augusto Ambrosetti Rincón
C.I.  Nro. 9229916
                  Construcción Social de los Derechos Humanos
Maestría en Derechos Humanos
UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
San Cristóbal, enero 2020

Introducción

     El presente trabajo tiene como objetivo explorar la vinculación dialéctica entre el desarrollo de los derechos humanos y la dinámica conflictiva de los movimientos sociales tanto como realidad global como particular/territorializada. Se trata de un primer esfuerzo académico por establecer el ámbito de los movimientos sociales y los derechos humanos. De esta manera, se muestra cómo los derechos humanos son parte de las acciones que conforman a los movimientos sociales en una sociedad.
     Para desarrollar el argumento, el trabajo cuenta con dos apartados. Analiza la relación entre el desarrollo de los DDHH y la dinámica conflictiva de los Movimientos Sociales y el estudio socio histórico de las luchas por los Derechos Humanos. Entre los contenidos que se incluyen se hace referencia a los movimientos sociales como agentes de desarrollo, las características de los Movimientos Sociales, las teorías sobre los Movimientos Sociales, el vínculo de los derechos humanos en los movimientos sociales, las formas organizativas y asociativas de movimientos sociales de derechos humanos y las referencias históricas de los logros alcanzados por los derechos humanos y los movimientos sociales hasta la actualidad.
     1.- Relación entre el Desarrollo de los DDHH y la Dinámica Conflictiva de los Movimientos Sociales
     El análisis de la vinculación dialéctica entre el desarrollo de los derechos humanos y la dinámica conflictiva de los movimientos sociales tanto como realidad global como particular/territorializada requiere de establecer con precisión cuál es el ámbito que da origen a los derechos humanos. De esta manera, se establecería que la lucha y la acción social por su defensa son parte de esta vinculación entre los derechos humanos y los movimientos sociales.
     Por lo tanto, es requerido definir los términos de Derechos Humanos y Movimientos Sociales. En el caso de los Derechos Humanos, este término tiene más que ver con procesos de lucha y consolidación de espacios de libertad y dignidad humana. De esta manera, los derechos humanos son facultades que se atribuyen a las personas y a los grupos sociales que Villán (2017) plantea como:
Lo referente a la vida, la libertad, la igualdad, la participación política o social, o cualquier otro aspecto fundamental que afecte al desarrollo integral de las personas en una comunidad de hombres libres, exigiendo el respeto o la actuación de los demás hombres, de los grupos sociales y del Estado, y con garantía de los poderes públicos para restablecer su ejercicio en caso de violación o para realizar la prestación.
     Planteamiento que se enfoca en establecer que los Derechos Humanos son prácticas que se desarrollan diariamente, en todo tiempo y lugar, que no se reducen a una dimensión normativa, filosófica o institucional, ni tampoco a un único momento histórico que le de origen, según lo plantea Sánchez (2009).
     De esta situación, se indica entonces que, los Derechos Humanos guardan relación con todo lo que se hace en contacto con los semejantes, ya sea bajo lógicas o dinámicas de emancipación o de dominación. Los Derechos Humanos son concebidos como un concepto y metodología de trabajo bajo aspectos sociales, políticos, económicos e históricos que se justifican y legitiman en una sociedad que lucha para su aplicación y reivindicación.
     En cuanto al concepto de Movimiento Social, se podría definir como una forma de acción colectiva, y la existencia de una acción colectiva implica la preexistencia de un conflicto, de una tensión que se trata de resolver. Se determina entonces, que está compuesto por personas y por grupos, que interactúan en un contexto social particular y se dirigen hacia la transformación de la sociedad en sus ideas, valores, creencias, normas y comportamientos. Blumer citado por Vázquez (2003) define los movimientos sociales como: “...empresas colectivas para establecer un nuevo orden de vida”. Toch citado por Vázquez (2003) lo define como: “Un movimiento social representa un esfuerzo realizado por un número amplio de personas para solucionar colectivamente un problema que saben que tienen en común”.
     King citado en McLaughlin por Vázquez (2003) lo define como: “una empresa grupal que se extiende más allá de una comunidad local o de un evento singular, e implica un esfuerzo sistemático para iniciar cambios en el pensamiento, el comportamiento y las relaciones sociales”. Turner y Killian citado igualmente en McLaughlin por Vázquez (2003) indica que es: “una colectividad [que actúa] con alguna continuidad para promover o resistir un cambio en la sociedad o grupo del que forma parte”. Cameron citado a su vez, en McLaughlin por Vázquez (2003) indica que es: “Un número bastante grande de gente se asocia para alterar o suplantar alguna parte de la cultura o el orden social existente”. Bayat (2002) lo define como la “antítesis de la pasividad”. Un movimiento social en sí, es una estructura organizacional adecuada, un proyecto intelectual y un marco de acción colectiva, que se convierte en un agente de cambio y transformación para enfrentar desafíos en materia de desarrollo.
      De igual manera, pudiese establecerse que es un sistema equilibrado, en el cual el comportamiento colectivo constituye el resultado de las tensiones, cuya función consiste en reequilibrar el sistema. Los movimientos sociales en este caso, son manifestaciones de masas, que según Tilly citado por Diani (2015) consisten en:
Una prolongada serie de interacciones entre quienes ostentan el poder y personas que reclaman con éxito hablar en nombre de sectores que carecen de representación formal, en el curso de la cual esas personas hacen públicamente visibles demandas de cambios en la distribución o ejercicio del poder, y justifican esas demandas con manifestaciones públicas de apoyo.
     En estas definiciones coinciden los rasgos de desafío, acción colectiva, conflicto, cambio, organización duradera y formas de acción en reconstrucción mediante un consenso de trabajo en común. Bajo esta premisa, los movimientos sociales son organizaciones que tienen como propósito compartido la denuncia de uno u otro marco de injusticia que pueda verse manifestada en los espacios públicos. Bajo la categoría de estos movimientos se puede incluir el estudiantil, sindical, ambiental, campesino, vecinal, entre otros, además de la lucha por los derechos humanos.
     Desde este aspecto, es válido considerar entonces que las instituciones de la sociedad civil que conforman estos movimientos sociales, funcionan como mediaciones o puentes hacia el Estado. Sociedad civil que se organiza como resultado de la diferenciación estructural y social bajo un conjunto organizado de intereses y de acciones que se institucionalizan para interactuar en el mismo seno de la sociedad civil y con el estado; aceptan las normas del orden social y político; y se constituyen con la finalidad de negociar su posición relativa en el conjunto de las relaciones sociales y de poder.
     En ese instante, cuando los sujetos y prácticas han configurado dichos momentos de la sociedad civil pueden estar constituyéndose en un movimiento social, que no es más que una acción colectiva que se mueve a través de la sociedad buscando solidaridades y aliados en torno a un cuestionamiento sobre criterios, formas sociales o principios de organización de la sociedad, del estado y del gobierno, mediante sujetos y organizaciones que empiezan a transitar y politizar en los espacios de la sociedad con sus críticas, demandas, discursos, prácticas y proyectos, con el fin de promover sus objetivos, publicitar sus demandas y fines. Movimientos sociales que suelen hablar de algo que no tiene lugar en la sociedad, sobre la ausencia de algo deseable, cuya consecución se busca y conquista en el movimiento y en la reforma de los espacios existentes.
     En resumen, un movimiento social surge porque determinada gente no le gusta algo y requiere la resolución de esa injusticia o de esa negación de intereses colectivos en particular. De esta manera, prefiere solucionar ese problema colectivo y considera que la solución es la movilización de forma participativa, igualitaria y cooperativa, y por tanto la organización solidaria sería la estrategia para solucionar esos problemas. Así, un movimiento es una respuesta a la carencia existente.
Movimientos sociales como agentes de desarrollo
     Los movimientos sociales, en su origen como se ha planteado, surgen porque hay grupos de personas no satisfechas o convencidas ni con su organización ni con las políticas sociales diseñadas para paliar los conflictos. Esto, por lo tanto, lleva o impulsa a la movilización, en virtud de la defensa de los propios intereses, a través de grupos o formas organizativas con un proyecto común y con una señalada actitud solidaria y participativa grupal.
     En este orden de ideas, los movimientos sociales se han conformado en diversas formas y niveles muy variados de organización, que van desde movimientos sociales formalmente organizados, hasta colectivos y grupos sociales más informales e, incluso, acciones colectivas con una escasa o nula organización. El asunto crucial en todo ello consiste en que todas estas formas, cualquiera que fuera su nivel de organización, hicieron posible que, en el interior de estos grupos y colectividades, se consiguiera algún grado de solidaridad interna, se crearan conflictos con los adversarios y se cuestionaran los límites del sistema. Es, pues, esta dinámica la que permite afirmar que los movimientos sociales han tenido un papel primordial en la constitución del mundo moderno.
     De esta manera, los movimientos sociales comienzan a configurarse desde la acción colectiva, la cual empieza a desbordar los lugares institucionales, el control del conflicto o a los modos hegemónicos de participación y acción política, tanto en el Estado como dentro de la misma sociedad civil. En este aspecto, los movimientos sociales son una forma de acción colectiva que responde a dos condiciones que Melucci citado por Diani (2015) resume en:
a) expresión de un conflicto social: oposición entre dos o más actores por la apropiación o el control de los recursos centrales de una sociedad; b) tendencia a provocar una ruptura de los límites de compatibilidad del sistema histórico en el cual se hallan situados.
     Estos planteamientos dan lugar, a formas de acción colectiva, que surgen y guardan ciertas similitudes, que Martí citado por Álvarez y Yanes (2011) establece como la creatividad para generar nuevas formas de acción para comunicar y transmitir demandas, capacidad de generar solidaridad e identidad entre sus miembros y desafío hacia los adversarios, además del uso de Internet como nueva forma de darse a conocer y transmitir sus reivindicaciones.
    Con referencia a estas formas de movimientos sociales, Blumer citado por Vázquez (2003) distingue entre su concepto la existencia de movimientos sociales generales y específicos. La noción de “movimientos sociales generales”, es la de grupos en los cuales el cambio de valores estaría relativamente no dirigido y serían esencialmente desorganizados, aunque en una dirección común. En este sentido, los cambios graduales y acumulativos en la cultura de estos grupos darían lugar a nuevas expectativas, demandas y líneas de acción, constituyéndose en la base para que surjan los “movimientos sociales específicos”.
     A su vez, Blumer citado por Vázquez (2003) divide los movimientos sociales específicos en dos grandes tipos: “movimientos revolucionarios” y “movimientos de reforma”. Obviamente, los dos tipos de movimientos pretenden el orden social, pero los “movimientos revolucionarios” atacarían las normas existentes y los valores, e intentarían sustituirlos por otros nuevos. Sin embargo, los “movimientos sociales reformistas” aceptarían la existencia de normas y valores y los usarían para criticar los defectos sociales a los que se oponen.
     En América Latina, los movimientos sociales han tenido orígenes y evoluciones totalmente diferenciadas, pero con efectos decisivos en las transformaciones políticas y económicas acontecidas en el continente según Camacho y Menjívar, Eckstein y Borón citado por Álvarez y Yanes (2011). Como ejemplo se pueden reseñar entre estos movimientos sociales, a los montoneros en Argentina, el movimiento contra la privatización del agua de Bolivia, el Movimiento de los Sin Tierra (MST) de Brasil, o los Movimientos Sociales Pacíficos en Chile, nombrados por Montesino citado por Álvarez y Yanes (2011).
     Dentro de este conjunto de movimientos, Adell citado por Álvarez y Yanes (2011), menciona igualmente al pacifista (contra las guerras, no violencia, objeción, antimilitarista), el ecologista (conservacionista, medioambientalista, verde, antinuclear), el feminista, homosexual, okupa (radikal, anticapitalistas, tribus), el contracultural (nuevas formas de vida, ética, nueva conciencia, marihuana), solidaridad internacional (colectivos de exiliados, inmigrantes contra la pobreza, solidaridad con los pueblos), entre otros.
     Muchos de estos movimientos se contextualizan en el ámbito universitario, con una misión vinculada con las necesidades sociales y el compromiso crítico hacia la mejora de las condiciones de vida de las mayorías. En este caso, podrían definirse como movimientos con un fuerte espíritu crítico y de denuncia ante las injusticias, por la gran densidad de temas y acciones que abarcan, por su amplia y creciente composición juvenil, y por el común compromiso de querer un mundo mejor para el presente y para el mañana.
     Lo característico en líneas generales de los movimientos sociales es que, como sujetos, organización o acción colectiva, transitan por los diversos espacios sociales con sus críticas, demandas, discursos, prácticas y proyectos, sin permanecen en un lugar definitivo ni constituirse en un espacio político especial al cual circunscribirse, plantea Tapia (2008). De esta manera, los movimientos sociales son agentes transformadores, factores de empoderamiento, incidencia, confrontación y negociación, que se establecen como marcos de acción colectiva con la capacidad de mantener desafíos contra los oponentes existentes.
Características de los Movimientos Sociales
     Existen un conjunto de características comunes que generalmente se aplica a todos los movimientos sociales, entre los cuales se pueden identificar las “redes informales”, “identidad colectiva” y “relaciones conflictivas con oponentes claramente identificados”. Los movimientos sociales incluyen entre sus características más destacadas un sistema de valores compartido, un sentido de comunidad, normas para la acción y una estructura organizacional, indica Killian citado por Vázquez (2003). Asimismo, McLaughlin citado por Vázquez (2003) añade que los movimientos buscan influir en el orden social y están orientados hacia objetivos definidos. Donatella Della Porta y Mario Diani citados por Vázquez (2003) plantea, en este orden de ideas, entre las características de los movimientos sociales que tiene:
1. La acción colectiva de los movimientos sociales es una forma de resistencia y creación de cambio.
2. Los movimientos sociales tienen un amplio alcance, pudiendo vincularse con asuntos civiles, políticos, sociales, económicos, culturales o medioambientales, entre otros.
3. Los movimientos sociales pueden buscar el cambio en la forma en que las instituciones estatales gobiernan, incluyendo el diseño e implementación de programas de desarrollo.
4. Los movimientos sociales desarrollan estrategias y características que varían según su tipo y su contexto para presionar por cambios en la legislación, prestación de servicios y bienes, y asignación presupuestaria, entre otros aspectos.
5. Los movimientos sociales se caracterizan por su escala, pudiendo ésta ser local, nacional o transnacional.
6. Los métodos de los movimientos sociales pueden ser la negociación, confrontación o una combinación de ambos.
7. Los movimientos sociales como resultado de la confrontación y la negociación pueden producir impactos políticos, culturales y biográficos; y el alcance de estos impactos destaca factores económicos y financieros, dinámicas y oportunidades políticas, mecanismos institucionales de toma de decisiones y otros factores de relaciones de poder.
     De acuerdo con Della Porta y Diani citados por Vázquez (2003) se podría encontrar cierto número de puntos en común y en concreto, existiría un acuerdo sobre cuatro características de los movimientos sociales: las redes informales de interacción entre una pluralidad de individuos, grupos y/o organizaciones; las creencias compartidas y la solidaridad con un sentido de pertenencia; la focalización en los conflictos, definido como un campo compartido en el que los actores se perciben unos a otros como distintos, pero al mismo tiempo relacionados por intereses y valores que los dos lados ven como importantes, o como intereses altamente deseados por dos o más adversarios; y el uso de la protesta o adopción de patrones de comportamiento político “inusuales”.
     Con todos estos aspectos, Della Porta y Diani citados por Vázquez (2003) proponen la definición de movimientos sociales como: (1) Redes informales, basadas en (2) las creencias y la solidaridad que se movilizan sobre (3) cuestiones conflictivas, por medio del (4) uso frecuente de varias formas de protesta. Es decir, una colectividad con una identidad en interacción solidaria con una serie de opiniones y creencias compartidas y un sentimiento de pertenencia que se ven envueltos en relaciones conflictivas con otros actores (instituciones, contramovimientos, etc.). De esta manera, surge de estos autores la siguiente definición sintética del concepto de movimiento social: "Un movimiento social es una red de interacciones informales entre una pluralidad de individuos, grupos y/o organizaciones, comprometidos en un conflicto político y cultural, y sobre la base de una identidad colectiva compartida".
Teorías sobre los Movimientos Sociales
     Las teorías de los movimientos sociales se definen a partir de la existencia de una acción colectiva, pues se entiende que los movimientos sociales son grupos de autoconciencia y de organización flexible que se movilizan contra quienes perciben como autoridades o élites por cuestiones que consideran injustas. En la mayoría de los casos, se trata de grupos, redes u organizaciones que se unen desde abajo para visibilizar o resolver un conflicto social existente.
     De esta manera, no puede decirse que exista un acuerdo unánime sobre el número de perspectivas teóricas en el estudio de los movimientos sociales, se pueden identificar cuatro, que son las que gozan de mayor reconocimiento entre quienes estudian los movimientos sociales: la perspectiva interaccionista/construccionista, bajo la etiqueta de comportamiento colectivo, la perspectiva de los recursos para la movilización, la perspectiva del proceso político y la perspectiva de los nuevos movimientos sociales.
     En esta clasificación se vislumbran puntos de vista elaborados por Ralph Turner y Lewis Killian, John McCarthy y Mayer Zald, Charles Tilly, Alain Touraine y Alberto Melucci, citados por Diani (2011). Este grupo de investigadores pueden ser considerado como representativos de las cuatro corrientes principales en los análisis de los movimientos sociales hasta la década de los ochenta: la perspectiva del "comportamiento colectivo" (Turner y Killian), la "teoría de la movilización de recursos" (McCarthy y Zald), la perspectiva del "proceso político" (Tilly), y la aproximación de los nuevos movimientos sociales (Touraine, Melucci).
     La perspectiva interaccionista/construccionista se caracteriza por ver la acción colectiva como una actividad significativa. Turner y Killian citados por Diani (2011) definían los movimientos sociales como un tipo peculiar de acción colectiva que contrastaba con el comportamiento “organizativo” e “institucionalizado”. Turner y Killian citados por Diani (2011) definían un movimiento social como "una colectividad que actúa con cierta continuidad para promover o resistirse a un cambio en la sociedad o en la organización de que forma parte". Esta perspectiva fue una respuesta a la preponderancia de los modelos estructural funcionalista en el estudio de los movimientos sociales. Actividad que apunta a la producción de nuevas normas y nuevas solidaridades, como lo plantea Della Porta y Diani citados por Vázquez (2003).
     En la perspectiva del interaccionismo, las transformaciones sociales fueron consideradas como condiciones emergentes que llevan a las personas a buscar nuevos patrones de organización. La perspectiva construccionista en el estudio del comportamiento colectivo proviene entonces, del interaccionismo simbólico y, por consiguiente, enfatiza la importancia del significado que los actores sociales atribuyen a las estructuras sociales y puede entenderse como un proceso interactivo, definido simbólicamente y negociado entre participantes, sus oponentes y los espectadores como parte del funcionamiento del sistema y origen de una situación de conflicto, en la cual, las personas se ven forzadas a cuestionar el orden social por un sentimiento de insatisfacción poniendo en marcha distintas acciones no conformistas o contrarias al sistema.
     La perspectiva de los recursos para la movilización enfatiza la importancia de los componentes racionales y estratégicos de la acción colectiva. Zald y McCarthy citados por Diani (2011) definían a los movimientos sociales como “un conjunto de opiniones y creencias que representan preferencias de cambio de ciertos elementos de la estructura social y/o de la distribución de recompensas en una sociedad”. La teoría de los recursos para la movilización es un enfoque que considera la movilización colectiva como una forma de acción de grupos racionalmente organizados que persiguen determinados fines y cuyo surgimiento depende de los recursos organizativos de que disponen.
     Esta teoría apareció en los años setenta como una forma distinta de aproximarse a los movimientos sociales, mediante los cuales se reúnen los recursos necesarios para la movilización. En este sentido, no basta con constatar que existen tensiones y conflictos estructurales, sino que también es necesario estudiar las condiciones que hacen que el descontento se transforme en movilización. En coherencia con ello, los temas considerados desde esta perspectiva son el análisis de los obstáculos en la acción movilizadora, los incentivos y recompensas, las fuentes que se pueden movilizar, las relaciones que los movimientos sociales tienen con sus aliados, las tácticas que utiliza la sociedad para controlar los movimientos, los mecanismos por los que la sociedad incorpora la acción colectiva, sus resultados, etc. Sin embargo, su esencia, lo que resulta fundamental para esta teoría, ha sido analizar la acción colectiva como un proceso de evaluación de los costos y los beneficios que comporta la participación en organizaciones de movimientos sociales.
     Según esta visión, la capacidad de movilización depende tanto de los recursos materiales, por ejemplo, el trabajo, el dinero, los beneficios concretos, los servicios, etc., como de los no materiales, tales como la autoridad, el compromiso moral, la fe, la amistad, etc., que estén disponibles para el grupo.
     La perspectiva de la aproximación de los procesos políticos contempla los movimientos sociales como nuevos protagonistas en los procesos de representación de intereses diferentes. Tilly citado por Diani (2011) vincula la emergencia de los movimientos sociales a un amplio “proceso político”, donde los intereses excluidos intentaban tener acceso a la política establecida. Esta perspectiva teórica se refleja en la definición de Tilly citado por Diani (2011) de movimientos sociales como:
Series continuas de interacciones entre los detentadores del poder e individuos que reclaman con éxito hablar en nombre de un sector de la sociedad carente de representación formal, en el curso de la cual estas personas realizan públicamente demandas de cambio en la distribución o ejercicio del poder, y respaldan estas demandas con manifestaciones públicas de apoyo.
     Esta perspectiva se centra en la importancia de los aspectos relacionados con la situación política en la formación de los movimientos sociales y su desarrollo. Asimismo, ve los movimientos sociales como instrumentos privilegiados en algunos de los cambios sociales producidos más importantes.
     El concepto capital que ha desarrollado esta teoría ha sido el de estructura de oportunidades políticas, que menciona Tarrow y Buechler citados por Bolívar y Cubas (2009), puesto que permite definir las propiedades del entorno externo relevante para el desarrollo de los movimientos sociales. En este sentido, analiza la relación entre actores políticos institucionales y los movimientos de protesta, ya que cuando se cuestiona un orden político cualquiera, los movimientos sociales interactúan con actores que se hallan en una posición consolidada dentro de la estructura de dicho orden.
     La perspectiva de los nuevos movimientos sociales se interesa por todo lo relativo y da mayor importancia a las transformaciones que están aconteciendo en la sociedad postindustrial y sus implicaciones. El más destacado defensor de esta posición era Alain Touraine, que relacionaba los movimientos sociales con el conflicto dominante en una determinada sociedad. Para él “un movimiento social es el comportamiento colectivo organizado de un actor de clase luchando contra su adversario de clase por el control social de la historicidad en una comunidad dada”, plantea Touraine citado por Álvarez y Yanes (2011).
     Se usa de esta manera, la expresión nuevos movimientos sociales para referirse a un amplio conjunto de acciones colectivas que no han podido ser entendidas ni analizadas por las perspectivas teóricas anteriores, y más específicamente, por las formas de enfocar lo que hasta entonces era el prototipo de movimiento social.  En este sentido, esta teoría sobre los nuevos movimientos sociales se enmarca en lógicas de acción basadas en la política, la ideología y la cultura, y otras fuentes de identidad como la etnicidad, el género o la sexualidad, considerándolas bases de acción colectiva.
    Por lo tanto, los nuevos movimientos sociales constituyen las respuestas a los rasgos de la sociedad moderna y posmoderna. No se originan en la estructura de clases, sino más bien en otros estatus como la raza, la etnicidad, el género, la sexualidad, la orientación sexual, la edad o la ciudadanía. Los movimientos serían, pues, respuestas a la politización sistemática de la vida. Este énfasis rechaza los objetivos, tácticas y estrategias convencionales a favor de la exploración de nuevas identidades, significados, signos y símbolos. El surgimiento de la sociedad de la información genera cambios en los conflictos sociales y los movimientos desplazan su lucha a un nuevo territorio de identidad personal y social de los individuos como un producto de la acción social. Aspectos de la vida que eran tradicionalmente considerados privados (el cuerpo, la sexualidad, las relaciones afectivas), subjetivos (procesos cognitivos y emocionales, motivos, deseos) e incluso biológicos (la estructura del cerebro, el código genético, la capacidad reproductora), plantea Laraña citado por Vázquez (2003).
El vínculo de los derechos humanos en los movimientos sociales
     Los movimientos sociales emergieron entre las décadas de 1960 y 1970 como una crítica de la ciencia política hacia las instituciones políticas y el Estado, o en el caso de las relaciones internacionales, hacia las relaciones entre Estados en cuanto a la existencia de una política convencional. En este sentido, los movimientos sociales, que emergieron en el contexto del activismo civil y estudiantil de la década de los años 60, representaban una disciplina inicialmente radical al considerar los movimientos sociales como agentes de cambio en las sociedades.
     Keck y Sikkink (2000) mencionan la existencia de un gran conglomerado de movimientos sociales que la definen como teoría de redes de defensa en la política internacional, definidas como los actores y activistas que pueden incluir movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales que trabajan transnacionalmente sobre un tema, unidos por valores compartidos, un discurso común, y que comparten extensamente información y servicios; que buscan transformar las políticas formales y los términos y la naturaleza del debate de los Estados como de las organizaciones internacionales.
      Las autoras citadas argumentan que estas redes de defensa han sido importantes en los debates sobre los derechos humanos, el medio ambiente, las mujeres, la salud de los niños y los pueblos indígenas. Indican Keck y Sikkink (2000) que la presión ejercida y los programas políticos de las redes de defensa logran éxitos en:
1) asuntos relacionados con el daño físico a individuos vulnerables, sobre todo cuando existe una cadena causal corta y clara (o una historia) que señala la responsabilidad, y 2) asuntos acerca de la igualdad u oportunidad legal. Estas campañas exitosas versan, entre otros temas, sobre la tortura y las desapariciones, los presos políticos, la protección ambiental y la protección a los pueblos.
     De esta manera, Keck y Sikkink (2000) demuestran el vínculo entre los derechos humanos y las redes en el activismo transnacional como movimientos sociales ligados en la defensa de los derechos humanos, sobre todo los de tercera y cuarta generación, entre los que se incluyen los derechos reproductivos y los derechos vinculados a la identidad. De esta manera, estos movimientos reforzaron y disputaron sobre los derechos humanos como eje central del activismo global en su búsqueda de cambio social y político. A nivel latinoamericano, emergieron a la visibilidad global los movimientos indígenas por la reivindicación de sus derechos.
Formas organizativas y asociativas de movimientos sociales de derechos humanos
     El movimiento social de derechos humanos es el conjunto de organizaciones y personas dedicadas a la defensa, promoción y protección de los derechos humanos, como conglomerado que se auto reconoce y se identifica a partir de un ámbito de actuación. En el ámbito internacional, a finales de los años sesenta surgieron las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y en el campo social y del desarrollo, las organizaciones de la sociedad civil como formas organizativas y asociativas de movimientos sociales de derechos humanos
     De esta manera, en el plano internacional, surge Amnistía Internacional y posteriormente, Human Rights Watch y un importante número de organizaciones solidarias con los refugiados, los exilados y perseguidos políticos. Estos movimientos se extienden a la esfera nacional o regional, en América Latina y en otras regiones del mundo. Surge de esta manera, un movimiento universal que reconoce las nociones de democracia, de soberanía popular y de la participación activa y vigilante por parte de los ciudadanos. Todas aquellas organizaciones y activistas que forman parte de esta iniciativa son conocidas genéricamente movimiento de derechos humanos.
     En este aspecto, la denominación de organización no gubernamental (ONG) tiene sus raíces en la Organización de las Naciones Unidas, la cual desde sus inicios acoge, además de a los gobiernos, a una serie de entidades diferentes a éstos y que son clasificadas en categorías, de acuerdo con sus características, como organizaciones no gubernamentales, para distinguirlas de los Estados como miembros naturales de la ONU. Las características de estas organizaciones ante la ONU, es lo que define su forma de participación y su tipo de acreditación. De esta manera, algunas participan con voz en todas las instancias de la ONU, otras lo hacen solo en algunas; igualmente, las facilidades de distribución de sus documentos ante las diferentes instancias y gobiernos, y la posibilidad de traducción de éstos a los idiomas oficiales, depende de la categoría en que haya sido acreditada la ONG.
     Bajo estos preceptos, las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos según Bolívar y Cubas (2009) son aquellos organismos que presentan la mayoría de las siguientes características:
Poseen una instancia plenaria de toma de decisiones (asamblea o congreso) que se reúne periódicamente; Cuentan con un directorio (Comité Ejecutivo, Junta Directiva, etc.), el cual es elegido por la mayoría de los miembros; Tienen programas permanentes para el desarrollo de sus actividades; Cuentan con ingresos provenientes de fuentes propias (publicaciones, cuotas de miembros, venta de servicios, etc.) y/o externas (fundaciones, donaciones, etc.) que se distribuyen para la ejecución de los programas y el pago de gastos corrientes; Tienen un local propio o compartido, pero que en todo caso sirve como sede y punto de referencia para el público; Poseen personal remunerado y/o voluntario, con responsabilidades específicas en el desarrollo de los programas; Tienen personalidad jurídica, generalmente como asociaciones civiles sin fines de lucro; Funcionan de acuerdo a sus propios estatutos. 
     De esta manera, cuando estas ONG de derechos humanos fueron creciendo y desarrollándose, tuvieron la necesidad de unirse y articularse para emprender acciones conjuntas o unitarias, dando paso a las redes de derechos humanos, con características organizativas y funcionales, de horizontalidad, democracia directa y participación abierta de sus miembros. Estas redes asumen nombres que expresan sus misiones o mandatos, por ejemplo: Red de Educación para la Paz y los Derechos Humanos; o que definen el mecanismo de debate o acción, por ejemplo: Foro por la Vida. La modalidad de las redes según Bolívar y Cubas (2009) se caracteriza principalmente por lo siguiente:
Agrupa a personas u organizaciones con la intención de unificar esfuerzos en la búsqueda de objetivos comunes; El nivel de participación de sus integrantes no lo define la red como tal sino los mismos integrantes; Son principalmente generadoras de iniciativas, y sólo eventualmente ejecutoras; Surgen al amparo de una organización que les brinda espacio físico, recursos y personal para el desarrollo de sus actividades, pero son independientes; La única instancia decisoria es un encuentro, o asamblea, generalmente anual, donde se evalúan y se planifican las actividades; Cuentan con un equipo de coordinación, responsable por dar seguimiento a las decisiones adoptadas en los encuentros.
     Estos organismos de derechos humanos han adquirido un lugar destacado en el conjunto de la sociedad civil, alcanzando un grado de madurez y experiencia significativo. Su labor ha sido motor y fuente de inspiración para que un conglomerado significativo de grupos populares, sindicales, campesinos, vecinales, estudiantiles, religiosos, ambientales e incluso políticos, integre entre sus tareas la promoción y defensa de los derechos humanos, como una dimensión más del trabajo que llevan a cabo.
2.- Estudio Socio histórico de las Luchas por los Derechos Humanos
     En el año 1948 se aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos, que consagra el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de la persona humana como fundamento para la libertad, la justicia y la paz en el mundo. Esta Declaración es la resultante de una evolución y de un momento histórico determinado que, en un afán de universalización y concreción, encarna como señala Amnistía Internacional: “las normas y principios empezados a promulgar hace siglos de forma fragmentada y difusa en distintos entornos culturales”.
     En efecto, desde los inicios, todas las culturas recogen la exhortación a la necesidad de comportarse en torno a conceptos como el respeto, la igualdad, la solidaridad y la justicia hacia todas las personas que conviven en una sociedad. La evolución del concepto de derecho humano debe ser estudiado entonces, desde una perspectiva histórica y cultural.
     En este sentido, referencias a la conceptualización de derechos como búsqueda a la dignidad de la persona, se encuentran en la Antigua Grecia, en Europa, en el código Hammurabi en Mesopotamia o en la Antigua China. Asimismo, diferentes estudios han demostrado que ya en la Edad Media, la concepción de los derechos del hombre fue unida a la lucha desatada entre las prerrogativas de las monarquías absolutistas como la materialización del concepto de Estado absoluto y los derechos de los hombres, en cuanto a individuos.
     De esta manera, es válido hacer referencia en el estudio socio histórico de las luchas por los derechos humanos, a los decretos que Ciro proclamó en el llamado Cilindro de Ciro en el año 539 a.C., que se grabaron en el lenguaje acadio en un cilindro de barro cocido. Ciro el Grande, el primer rey de Persia, liberó a los esclavos de Babilonia, en el año 539 a.C. y declaró que todas las personas tenían el derecho a escoger su propia religión y estableció la igualdad racial. Éstos y otros decretos fueron grabados en este cilindro con escritura cuneiforme. Este documento ha sido reconocido en la actualidad como el primer documento de los derechos humanos en el mundo. Está traducido en los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas y sus disposiciones son análogas a los primeros cuatro artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
     Desde Babilonia, la idea de los derechos humanos se difundió rápidamente por la India, Grecia y por último a Roma. Ahí nació el concepto de “ley natural”, en la observación del hecho de que las personas tendían a seguir, en el transcurso de la vida, ciertas leyes que no estaban escritas, y la ley romana se basaba en ideas racionales derivadas de la naturaleza de las cosas.
     Los documentos como la Carta Magna (1215), la Petición del Derecho (1628), la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos (1776), la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y de los Ciudadanos (1789), y la Carta de Derechos de Estados Unidos (1791) son los precursores escritos de muchos de los documentos de los derechos humanos de la actualidad. En el año 1948, con todos los anteriores antecedentes se visualizaron toda una serie de derechos, cuyo desarrollo conceptual evolucionó hasta la aparición y aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, como primer documento que proclama los 30 artículos a los que todo ser humano tiene derecho. En forma paralela, en otros ámbitos ligados a la justicia y a la dignidad de las personas, se desarrolló todo un cuerpo jurídico del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
     Es decir, en líneas generales, que a lo largo de la historia y a medida que las sociedades se fueron haciendo cada vez más complejas, los derechos de los individuos fueron adquiriendo mayor protagonismo. Lo cierto es que, como cita Amnistía Internacional (2009):
La historia de la humanidad es la historia de una tensión, entre defensores de privilegios y de conductas ultrajantes o violentas por un lado (amparándose en las costumbres, en designios divinos u otros razonamientos), y por otro el anhelo de vida, libertad y bienestar de los seres humanos marginados u oprimidos.
     De esta manera, el hilo de los movimientos sociales antisistémicos, de marcado carácter universalista, viene constituido por los siguientes hitos: 1848 (Revolución en Europa), 1871 (Comuna de París), 1917 (Revolución Soviética), 1968 (y su prolongación hacía 1989 –fin del Socialismo Real), 2000-2004 (movimientos alterglobalización). Los tres primeros se corresponden con el auge y desarrollo del movimiento obrero, mientras que los tres últimos se corresponden con lo que se conoce como nuevos movimientos sociales. Aunque el término “nuevos movimientos sociales”, propio de la década de 1980, fue abandonado por ser considerado dicotómico, se argumenta que la cuestión entre derechos humanos y movimientos sociales sigue siendo actual, sobre todo en el ámbito de las políticas de desarrollo. La dimensión de los derechos humanos es terreno de disputa por cuestiones de clase y etnicidad.
     El sentido histórico del cambio social se viene manifestando en un conjunto de movimientos sociales que ha ido del tipo global / total hacia diversos movimientos de tipo temático / sectorial, los cuales se enriquecen, mezclan y se asocian en un conjunto de identidades e ideologías de nuevos movimientos que han ido construyéndose en identidad, compartiendo experiencias, estructuras de oportunidades y recursos, como los movimientos sociales en la década de los ochenta, referentes a la eclosión de las organizaciones ambientalistas y en los noventa con la eclosión de las ONGs humanitarias y contra la exclusión social.
     La mayoría de estos movimientos sociales son pequeñas estructuras con base territorial, micro organizaciones sociales e iniciativas que permiten combinar lo expresivo y lo instrumental, que permiten prácticas de autogestión, de autovaloración, de autonomía y también de mediación más directa entre los múltiples agentes que actúan en el mundo de la vida cotidiana con la puesta en práctica de experiencias de democracia participativa y gestión directa.
     En línea general, aparecen estos movimientos sociales como respuesta a la realidad de nuevos conflictos cuya naturaleza es de orden cultural, territorial ambiental, social, relativamente separadas de la centralidad económica. Respuestas asociadas a contradicciones concretas, pero que, a la vez que introducen innovaciones, recogen partes de la experiencia y de las representaciones de las corrientes ideológicas tradicionales. David Harvey citado por Alguacil (2007) expresa al respecto que:
Los movimientos en torno a los derechos humanos, el medio ambiente y la situación de las mujeres ilustran las posibles formas en que se pueden establecer políticas (...) para tender un puente entre la microescala del cuerpo y lo personal, por una parte, y la macroescala de lo planetario y lo económico-político por otra.
     De esta manera, surgen en estos movimientos sociales como estudio socio histórico de las luchas por los Derechos Humanos complejas relaciones en sus múltiples dimensiones que representa la convergencia de los movimientos en un movimiento que es a la vez unitario y plural, que es capaz de combinar la teoría con la práctica, lo individual con lo colectivo, la identidad con la alteridad, lo local con lo global, que permite, en suma, proyectar una propuesta de futuro, una nueva cultura política, un nuevo paradigma social que pretende la construcción creativa e interactiva de nuevas relaciones entre los actores y los sectores sociales.
     Los Derechos Humanos en este caso, fueron apareciendo bajo la lucha por la conquista de los derechos de libertad por parte de los ciudadanos, los derechos civiles y los derechos políticos que se produjeron contra un Estado-nación autoritario. Mientras que los derechos colectivos por la igualdad, derechos económicos y sociales, obtuvieron importantes conquistas por el movimiento obrero bajo la influencia de corrientes socialistas a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX para consolidarse en la primera mitad del siglo XX.
     De este modo el despliegue de las distintas generaciones de derechos ocurrió aparejada al desarrollo del capitalismo y la consolidación del Estado-nación. Desde esta visión, ciudadanos de un Estado, de un país y no de una ciudad o de una localidad lucharon por la reivindicación de sus derechos. La entrada en escena de la problemática ambiental y el creciente contacto entre culturas (flujos migratorios, difusión cultural occidental, etc.) ponen de relieve nuevos fenómenos que tienen su proyección en una ampliación de los derechos presentando cierta correspondencia con la emergencia de nuevas esferas de soberanía que cohabitan con el Estado-nación y se corresponden con nuevas generaciones de derechos a ellas aparejadas.
     Así, junto a las tres generaciones de derechos tradicionales vinculadas al Estado-nación aparecen los derechos ambientales que no se circunscriben a un territorio sino al conjunto del planeta. Entran en juego los derechos de la humanidad a un patrimonio común, en primer lugar, ambiental, pero extensible a todo el patrimonio cultural, histórico, económico y a un medio social exento de violencia. Se preconiza el acceso equitativo a los recursos del planeta como un derecho humano y se pone en cuestión la propiedad particular por la existencia de una propiedad colectiva de los recursos que son irremediablemente comunes.
     Emerge así una cuarta generación de derechos, los denominados bienes públicos y otros como derechos republicanos, que han emergido durante el último cuarto del siglo XX y que han motivado el refuerzo de una creciente conciencia globalista sobre la sostenibilidad ambiental y la solidaridad como estrategias irrenunciables para corregir la sociedad del riesgo que afecta a cada uno independientemente del origen nacional o cultural. Bresser-Pereira citado por Alguacil (2007) los define como los derechos colectivos o pluri-individuales a la res pública o al patrimonio público que en su dimensión económica incorpora el derecho de todos los sujetos a que los recursos económicos, sean estos de carácter estatal o no estatal, no sean utilizados como intereses individuales y corporativos protegiéndose de la codicia y del lucro particular y asegurando su utilidad social y eficiencia universal. Mientras, que en su mirada ambiental preconiza los derechos del ecosistema, el respeto a la biodiversidad y por extensión el derecho de las otras especies vivas a su existencia vinculándose a los propios derechos de la humanidad como especie.
     De otro lado, la creciente intensidad del contacto y relación desigual entre las diferentes culturas y comunidades territoriales pone de relieve el desarrollo de los nuevos derechos culturales. El derecho de los pueblos, de las minorías, de los territorios, de las culturas. Los derechos de la humanidad solo se garantizan con una quinta generación de derechos que amplían y profundizan la democracia haciéndola más participativa y reflexiva. El derecho de los grupos humanos (culturales, étnicos, migrantes) a ser los principales protagonistas de la gestión de sus recursos y de su desarrollo. A continuación, se presenta un cuadro que esquematiza este conjunto de derechos, basados en estas cinco generaciones planteado por Alguacil (2007).
Fuente: Alguacil (2007).
     En definitiva, el derecho de los ciudadanos a la autodeterminación, a deliberar y decidir sobre las acciones que afectan a sus condiciones de vida de la forma más directa posible son parte de las luchas de los diferentes movimientos sociales que se vinculan con los derechos humanos. Vinculación dialéctica entre el desarrollo de los derechos humanos y la dinámica conflictiva de los movimientos sociales tanto como realidad global como particular/territorializada. De esta manera, la ciudadanía como parte de estos movimientos sociales participa activamente en la consecución de la satisfacción de sus necesidades.
     Es, por tanto, que en la realidad global como particular/territorializada en el ámbito local, de contacto directo, de confianza, de conocimiento mutuo, donde los sujetos establecen estrategias de construcción conjunta que les permita generar y acceder a estructuras comunes de acción dialéctica para el desarrollo de los derechos humanos. En la realidad local, llamada particular/territorializada se encuentran organizaciones de orden gubernamental (gobiernos locales) y de orden societario (organizaciones y movimientos sociales) que por su posición privilegiada de proximidad son difusores de los principios universalistas en el desarrollo de los derechos humanos. 
     En consecuencia, a través de estas estructuras se puede acceder a la participación mediante la incorporación de los ciudadanos en los procesos de la dinámica conflictiva de los movimientos sociales tanto como realidad global como particular/territorializada, que permitan la comunicación y, en consecuencia, la disposición de transmitir destrezas y vincularse en la lucha por los derechos humanos y la adquisición de la corresponsabilidad social al respecto.
     Por lo tanto, son muchos y muy complejos los retos que los movimientos sociales tienen por delante. Alguacil (2007) opta por agruparlos en cuatro ideas, en cuatro erres: Repartir el poder (la democracia participativa); Redistribuir la economía y el trabajo; Respetar la naturaleza (la sostenibilidad ambiental) y Reconocer la interculturalidad.
     El reto de la democracia de repartir el poder, se enmarca en relacionarse con las instituciones esquivando la institucionalización. El reto de redistribuir la economía y el trabajo, se sitúa en el desafío de la superación de la explotación económica del hombre por el hombre. El reto de hacer respetar la naturaleza mediante la necesidad de resolver el desajuste producido sobre la gestión de los recursos renovables sobre la base de principios básicos del desarrollo sostenible. Y el reto de reconocer las otras culturas, mediante los procesos de generar reciprocidad y confianza intercultural.
     En conclusión, lo que los movimientos sociales enfatizan es que la acción colectiva implica la necesidad de una lucha común sobre las injusticias existentes para la generación de conciencia, mediante un campo de exploración importante vinculado en la acción de agentes de cambio social de forma colectiva con el objeto de obtener las reivindicaciones requeridas para el desarrollo de los derechos humanos ante la dinámica conflictiva de los movimientos sociales tanto como realidad global como particular/territorializada.


 Bibliografía
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1 comentario:

  1. Estimado maestrante William Augusto Ambrosetti Rincón. Hemos hecho un paréntesis en nuestras lecturas sobre el material que nos enviara el profesor de la Cátedra para realizar la Segunda Asignación que nos mostrará de forma libre, abierta, dinámica "La relación entre los movimientos sociales de forma general y los Derechos Humanos.". Tu exposición nos abrieron un abanico que me lleva a publicar en este comentario lo que pudimos encontrar en nuestra personal búsqueda para la elaboración del trabajo, y es lo relacionado a lo que se presenta como el fondo o hilo conductor o eje transversal (piedra a identificar y enfrentar) cuando se habla de Derechos Humanos que se aplica de forma particular a la vinculación con los derechos humanos, el Estado y entidades de toda sociedad en todos sus momentos históricos y geográficos: EL PODER. Nos emociona leer, aprender y comentar de tu primera publicación en nuestro Blog; nuestra felicitaciones. " Sobre el PODER en Michel Foucault: "Es importante acuñar una noción de poder que no haga exclusiva referencia al gubernativo, sino que contenga la multiplicidad de poderes que se ejercen en la esfera social, los cuales se pueden definir como poder social. En La verdad y las formas jurídicas, Foucault es más claro que en otros textos en su definición del poder; habla del subpoder, de "una trama de poder microscópico, capilar", que no es el poder político ni los aparatos de Estado ni el de una clase privilegiada, sino el conjunto de pequeños poderes e instituciones situadas en un nivel más bajo. No existe un poder; en la sociedad se dan múltiples relaciones de autoridad situadas en distintos niveles, apoyándose mutuamente y manifestándose de manera sutil. Uno de los grandes problemas que se debe afrontar ante la idea de revolución es el modo en el que deberían modificarse las dinámicas entre las actuales relaciones de poder. El llamado de atención de Foucault va en sentido de analizarlas a niveles microscópicos.40​
    Para el autor de La microfísica del poder, el análisis de este fenómeno sólo se ha efectuado a partir de dos relaciones:
    Contrato - opresión, de tipo jurídico, con fundamento en la legitimidad o ilegitimidad del poder.
    Dominación - represión, presentada en términos de lucha - sumisión.
    El problema del poder no se puede reducir al de la soberanía, ya que entre hombre y mujer, alumno y maestro y al interior de una familia existen relaciones de autoridad que no son proyección directa del poder soberano, sino más bien condicionantes que posibilitan el funcionamiento de ese poder, son el sustrato sobre el cual se afianza. "El hombre no es el representante del Estado para la mujer. Para que el Estado funcione como funciona es necesario que haya del hombre a la mujer o del adulto al niño relaciones de dominación bien específicas que tienen su configuración propia y su relativa autonomía".41​
    El poder se construye y funciona a partir de otros poderes, de los efectos de éstos, independientes del proceso económico. Las relaciones de poder se encuentran estrechamente ligadas a las familiares, sexuales, productivas; íntimamente enlazadas y desempeñando un papel de condicionante y condicionado. En el análisis del fenómeno del poder no se debe partir del centro y descender, sino más bien realizar un análisis ascendente, a partir de los "mecanismos infinitesimales", que poseen su propia historia, técnica y táctica, y observar cómo estos procedimientos han sido colonizados, utilizados, transformados, doblegados por formas de dominación global y mecanismos más generales.41​
    En Los intelectuales y el poder, Foucault argumenta que después de mayo de 1968, los intelectuales han descubierto que las masas no tienen necesidad de ellos para conocer —saben mucho más—, pero existe un sistema de dominación que obstaculiza, prohíbe, invalida ese discurso y el conocimiento. Poder que no sólo se encuentra en las instancias superiores de censura sino en toda la sociedad.https://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Foucault

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La educación como derecho humano